
El día que aprendí a vivirte, a través mío y de mis hermanas, (todas las demás mujeres) mi vida empezó a ser diferente.
Un día, entendí que no compito con la de al lado, más bien le ofrezco mi mano para levantarse. Y que se siente bien saber que hay otras manos ahí por si algún día yo me tropiezo.
Entendí que así como no competimos, ese mismo cariño y amor lo encontramos dentro de nosotras mismas e incondicionalmente estará en nuestras hermanas para ayudarnos a encontrarlo cuando no seamos capaces de verlo.
Entendí que mirarnos a través de tus ojos, es mirarnos a través del amor y abrazarnos con todo y a pesar de nuestra historia.
Sororidad, gracias por aparecer cuando menos te esperaba pero más te necesitaba: En el baño de un bar
En las marchas En mis amigas En mis profesoras
En mi mamá, mi abuela, mis tías
En aquella desconocida que se ofreció a esperar a que llegara mi Uber para ver que me fuera segura porque era de noche.
Gracias por siempre haber estado aunque no lo sabía Y gracias, por saberte ahora.