Qualcomm Apuesta por la Arquitectura Arm v9 para Potenciar la IA, un Legado Forjado en Móviles Gamer

Qualcomm, el gigante de los semiconductores, ha decidido dar un paso estratégico clave al adoptar la más reciente generación de la arquitectura de computación de Arm, conocida como “v9”, para sus nuevos procesadores insignia. Esta movida tiene el objetivo de optimizar el rendimiento de la inteligencia artificial en tareas complejas, como los chatbots y los generadores de imágenes, para competir de manera más directa con rivales de la talla de Apple y MediaTek, quienes ya utilizan esta tecnología.
Una Alianza Renovada Tras la Tensión
Esta decisión es especialmente notable, ya que resuelve, al menos en parte, las dudas sobre el futuro de la colaboración entre ambas compañías tras una amarga disputa legal el año pasado. El uso de la arquitectura v9 no solo representa un avance tecnológico para Qualcomm, sino que también se espera que aumente los ingresos de Arm, que cobra una licencia más alta por su tecnología de última generación. La noticia fue tan bien recibida que las acciones de Arm experimentaron un alza del 5% tras el anuncio, demostrando la confianza del mercado en esta renovada sinergia.
El Legado de Potencia: El Caso de Black Shark 4 y 4 Pro
Para entender el impacto de los procesadores de Qualcomm en el mercado, basta con mirar hacia atrás a dispositivos que marcaron un antes y un después en el segmento gamer, como la serie Black Shark 4. En su momento, estos equipos completaron el trío de ases del gaming móvil de 2021, junto a los ASUS ROG Phone 5 y los Nubia RedMagic 6, demostrando el poderío que los chips de Qualcomm podían ofrecer. A diferencia de sus competidores, los Black Shark 4 y 4 Pro sorprendieron con una estética relativamente discreta para ser teléfonos enfocados en los videojuegos, pero con toda la potencia que se esperaba en su interior.
Diseño y Pantalla: Discreción y Velocidad para el Juego
Ambos modelos, el Black Shark 4 y su versión Pro, eran prácticamente gemelos en diseño. Presentaban una apariencia menos agresiva que sus predecesores, con un módulo de cámaras horizontal y más sutil. Sin embargo, no abandonaron su esencia gamer, manteniendo los gatillos físicos retráctiles, una característica muy valorada por los jugadores. En la pantalla, ambos presumían de un panel AMOLED de 6.67 pulgadas con resolución de 2400 x 1080 píxeles y, lo más importante, una tasa de refresco de 144 Hz, poniéndose a la par de sus competidores directos. A esto se sumaba una impresionante frecuencia de muestreo táctil de 720 Hz y un brillo máximo de 1,300 nits, cifras muy por encima del promedio que garantizaban una experiencia de juego fluida y responsiva.
Potencia Interior: La Diferencia Estaba en el Procesador
Las verdaderas diferencias entre ambos dispositivos estaban en su corazón. El Black Shark 4 Pro integraba el Snapdragon 888, el procesador más avanzado de Qualcomm en ese momento, mientras que su hermano menor, el Black Shark 4, optaba por el no menos competente Snapdragon 870. En cuanto a memoria, el modelo Pro ofrecía configuraciones de 8 o 12 GB de RAM LPDDR5, y el estándar añadía una opción de 6 GB. Ambos contaban con almacenamiento UFS 3.1 de hasta 256 GB.
Uno de los puntos más destacados y que demostraba la capacidad de la plataforma de Qualcomm era su impresionante carga rápida de 120 W para su batería de 4,500 mAh, una tecnología que en ese entonces era casi exclusiva. Con características como refrigeración líquida, conectividad 5G, Wi-Fi 6 y lector de huellas lateral, los Black Shark 4 se consolidaron como un referente, sentando las bases de lo que los procesadores de gama alta de Qualcomm podían lograr.